viernes, 1 de enero de 2016

Segeda y circuncisión: por qué el año comienza el 1 de enero

Aunque una antigua población celtíbera y la celebración de un rito judaico tengan poco que ver entre sí, han sido los dos grandes puntos de inflexión respecto a la evolución del inicio del año, desde el calendario romano hasta el que hoy se utiliza en la mayor parte del mundo.

En un principio (aproximadamente hacia el siglo VI a. C.), el calendario romano comenzaba con el equinoccio de primavera, lo cual coincidía los idus de marzo (el día 15). Este calendario constaba de diez meses; de hecho septiembre, octubre, noviembre y diciembre todavía hacen referencia, respectivamente, a los meses siete, ocho, nueve y diez, a pesar de que actualmente ya no se encuentren en esa posición.

Más tarde, en el siglo II a. C., y para evitar el desfase del calendario respecto al movimiento de la Tierra alrededor del Sol, se añadieron dos meses más al final del año (enero y febrero), el cual seguía comenzando en marzo, con el equinoccio de primavera.

Por el mismo tiempo, Roma, que ya había comenzado su expansión por la península ibérica, tenía firmado un pacto con la ciudad de Sekaisa (Segeda, hoy en la actual provincia de Zaragoza) mediante el cual no se les permitía construir nuevas murallas. Así, en el año 154 a. C., los de aquella ciudad comenzaron unas obras de ampliación de sus murallas, a la vez que se negaban a pagar contribuciones a Roma y a enviar tropas a su servicio, lo cual fue tomado como una ruptura del pacto.

Ante tal situación, el senado de Roma tenía un problema: hasta el inicio del año siguiente no podían nombrar a un cónsul para que acudiese con sus tropas a doblegar a los hispanos rebeldes, y para entonces, si la muralla ya estaba acabada, podía ser demasiado tarde. Pero el senado también tenía una solución: el año siguiente, el 153 a.C, comenzaría dos meses y medio antes, en las calendas de enero (el día 1), durante el invierno, así las tropas estarían listas para combatir en verano. Las tropas llegaron, y aunque en principio el resultado no fue tan bueno para los romanos, ya que los celtíberos resistieron en Numancia, después de todo ganaron lo que se conoce como la segunda guerra celtíbera y no volvieron a cambiar el inicio del año. De hecho, este calendario quedó fijado por Julio César en el año 46 a.C. en lo que hoy se conoce como calendario juliano.

Numancia, Alejo Vera y Estaca, 1880

Posteriormente, tras la caída del Imperio Romano y con la expansión del cristianismo, cada estado o ciudad de Europa, adoptó diferentes fechas para establecer el principio del año. Así, el comienzo del año pasó normalmente a relacionarse con la nueva religión cristiana imperante, u otros hechos importantes de cada lugar, y el mismo fue también fue variando a lo largo de la Edad Media. Durante este periodo, fue muy común el estilo de la Navidad, es decir: el año comenzaba el 25 de diciembre.

A comienzos de la Edad Moderna, el papa Gregorio XIII, conocedor de la importancia de que la Iglesia de Roma estuviese presente en el calendario para implicarse en todos los ámbitos sociales de manera persistente, se propuso difundir un nuevo calendario, a su vez, más ajustado a la realidad astronómica. Respecto al comienzo del año, el hecho de que comenzase el día de Navidad seguramente fuese un problema, ya que podía ser un inconveniente que las celebraciones de bienvenida al nuevo año se solapasen con la celebración del nacimiento de Jesucristo. Por otra parte, parecía razonable volver al estilo romano del 1 de enero, y así retomar la costumbre de comenzar el año con el comienzo de un nuevo mes.

Pero el papa de Roma tenía un problema: con qué hecho religioso, pero no de gran calado (para no correr riesgo de ser eclipsado), podía relacionarse esta fecha. Al final hubo una solución: si la familia de Jesucrito, la figura central de su mitología, practicaba el judaísmo, este tuvo que ser circuncidado justo una semana después de su nacimiento. Por lo que si había nacido el 25 de diciembre, y este mes tiene 31 días, fue circuncidado el 1 de enero. Este razonamiento no era original, ya había sido empleado por la dinastía merovingia. Parece que estaba todo bien atado, pero se les debió pasar por alto que según este estilo de la Circuncisión de la propia Iglesia, Jesucristo nació antes de Cristo.

Circuncisión de Cristo, Menologio de Basilio II, siglo XI

Así, con la promulgación del calendario gregoriano en 1582 y su posterior difusión, se volvió a establecer el antiguo 1 de enero de tradición senatorial romana como fecha de comienzo del año, el cual ha pervivido como tal hasta el presente.