lunes, 13 de enero de 2020

¿Qué es el nacionalismo?

Una serie de ideas surgidas tras el examen y la reflexión prolongadas.

El nacionalismo, a pesar de lo elaborado de su discurso —el cual suele estar argumentado con falacias—, tiene más de sentimiento que de pensamiento. En su defensa se apelan fundamentalmente elementos irracionales como el amor o la fe, los cuales no pueden rebatirse mediante el razonamiento o el pensamiento crítico. Muy frecuentemente, las ideas principales en las que se apoya el nacionalismo son:
  • Somos los mejores.
  • Si algo funciona mal, la culpa es de otros.
  • Los demás que se apañen.

Así, la mera existencia del estado defendido se ofrece como el fin de todos los males y el inicio de la excelencia en todos los ámbitos durante un periodo de tiempo casi eterno; especialmente si se trata de un estado que todavía no existe. En esta suerte de pensamiento mágico, importa más la nación en sí que el modelo de estado o de gobierno. Sorprendentemente estos parecen resultar irrelevantes, aunque el éxito y la efectividad están asegurados... no se sabe muy bien por qué: si fundamos un estado en este territorio, con este idioma y esta bandera, será el mejor estado jamás conocido.

Como obra humana que es, los estados los crean, modifican y deshacen las personas. Así, el sentimiento nacionalista no parece más que una herramienta para convencer a la población para acotar —mediante la independencia o la secesión—, ampliar —mediante la anexión— o mantener —mediante los impuestos— una parcela de poder. Por ello, el nacionalismo adquiere todo su sentido cuando se observa desde la perspectiva del gobierno.

Raro es el año en el que no hay cambios en ninguna de estas

Con tal de defender sus intereses a costa de lo que sea, todo propagandista del nacionalismo manipula constantemente la Historia. Si están dispuestos a falsear la información de actualidad del presente, no digamos ya el conocimiento del pasado, el cual interpretan no solo desde la perspectiva de la sociedad actual —lo cual es una barbaridad anacrónica—, sino desde su prisma fanático.

Y aunque los postulados nacionalistas tuviesen alguna razón, la Historia es la explicación del presente, y una herramienta para mirar al futuro. No es una carga, ni una lacra, ni una predeterminación unidireccional de lo que tiene que hacerse. Si la Historia fuese una justificación de la organización política o social que debe adoptarse, tendríamos que ser grupos nómadas tribales y depredadores, que es la forma en la que los Homo Sapiens hemos vivido durante más del 90% de nuestra existencia.

1984, cada día más cerca

Tener aprecio al lugar y la cultura en las que se ha crecido es algo normal y entendible. Y a nadie le gusta que le impongan nada por la fuerza, ni siquiera la democracia —lo cual, además, nunca es gratuito—. Pero de ahí a considerarse superior y justificar el egoísmo propio por sentirse parte de una nación, solo media el sentimiento nacionalista.

Por todo ello, justificar y apoyar un hipotético estado racional no debería considerarse como nacionalismo.