lunes, 16 de diciembre de 2019

Sobre el oficio de historiador

A pesar de que habitualmente se desprecia la utilidad de la Historia —y por ende la de los historiadores—, constantemente periodistas, políticos, aristócratas y clérigos se sirven de ella para justificar su discurso, sus decisiones o su posición.

Quién no ha oído en un informativo televisivo hablar de que hoy es un día histórico. Hay días históricos todas las semanas, por no decir todos los días. Pues bien, eso no es posible. Ni todos esos días van ser especialmente relevantes para la Historia —quizá lo sean otros—, ni pueden calificarse como tales con tan poca antelación. La Historia estudia los hechos del pasado, y es evidente que las noticias de actualidad no pueden considerarse todavía como parte del pasado. Lo que hoy parece de trascendental relevancia, con el paso del tiempo puede resultar poco más que anecdótico.

Quién no ha visto a un político defender que sus decisiones tienen un compromiso histórico que cumplir, o que van a saldar una deuda histórica. La Historia no obliga a la sociedad actual a cumplir nada, ni es una doctrina a la que haya que obedecer, ni sirve para refutar una falacia ad novitatem —si es nuevo es bueno—, aunque haya quien trate de presentarla así.

Quién no ha escuchado a un aristócrata o clérigo defender sus derechos basándose únicamente en unos supuestos buenos actos de su linaje u organización en sociedades del pasado, y de los que se dicen herederos —las acciones que puedan ser mal consideradas, al parecer no se heredan por esta vía—. A pesar del uso que se le da, la Historia ni defiende una falacia ad antiquitatem —si es antiguo es bueno—, ni su objetivo es tratar los hechos del pasado de forma tendenciosa.

Historia, Nikolaos Gyzis, 1892

Si bien en el oficio de historiador, yo no estuve ahí para verlo es un axioma a tener en cuenta, este no es un argumento ad ignorantiam válido para desmontar de un plumanzo, ya no el estudio de la Historia, si no el de toda la ciencia y el saber heredados. Ni un físico distingue los átomos por sí mismo, ni un médico es capaz de ver tan solo con sus ojos a ninguna bacteria. Y aunque los vieran, siempre podrían dudar de su propia vista, tal y como plantea el trilema de Agripa.
«Historia vero testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistra vital, nuntia vetustatis / La Historia es genuina testigo del tiempo, luz de la verdad, memoria de la vida, maestra de la vida y mensajera de la antigüedad.» De Oratote, Marco Tulio Cicerón.
«Camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.» Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra.
Los historiadores estudian el pasado para tratar de comprender el presente, y a su vez plantear opciones para el futuro. Así, un buen historiador debe formular conclusiones posibles, y evaluar su probabilidad, aunque resulten incómodas para muchos. Pero de ningún modo su trabajo debería servir para apoyar una u otra ideología a toda costa. Por lo que si las conclusiones de un trabajo de Historia reciben críticas de sectores opuestos entre sí, suele ser un buen indicador de que se trata de un trabajo bien realizado.