martes, 23 de febrero de 2016

Juan Carlos I en el 23F: ¿tenía otra opción mejor?

Mucho se ha escrito sobre el golpe de estado fallido del 23 de febrero de 1981, su autoría y el papel del rey Juan Carlos I, cuya figura salió tremendamente reforzada tras su intervención en la madrugada del día siguiente. Después del 23F, Juan Carlos I, a pesar de estar inmiscuido de un modo u otro en el propio golpe junto a gran parte de los sectores del poder de aquel momento (políticos, militares, espías y grandes empresarios), fue visto como el defensor de la democracia y del pueblo español. Incluso muchos republicanos, a partir de ese momento, se declararon como juancarlistas.

Intervención televisiva de Juan Carlos I en la madrugada del 24 de febrero de 1981

Pero Juan Carlos I es un rey, y a menudo se suele olvidar qué es la monarquía y cuáles son sus intereses. A un rey solo le importa su cargo y su dinastía, es decir, reinar y lograr que su heredero lo haga en las mejores condiciones posibles. Por definición, a lo largo de la historia, el objetivo de todas las monarquías del mundo nunca ha sido otro. Ni siquiera se les puede considerar nacionalistas, pues nunca han tenido ningún problema en gobernar en más de una nación si la situación lo requería, o lo permitía (como es el caso de los Commonwealth realms en la actualidad).

Si Juan Carlos I desbarató el golpe de estado a través de su intervención televisiva y apoyó la constitución, seguramente fue debido a que consideró que esa era la opción con la que tenía más probabilidades de reinar. Aunque tentador, apoyar a un gobierno en el que podían tener más peso aquellos que no le habían permitido reinar a su padre, y por lo tanto quizá tampoco a él, también era a todas luces una opción más arriesgada.

Así que, al margen de todas las teorías que puedan explicar lo que ocurrió en el 23F, es más que razonable pensar que si Juan Carlos I, rey de España, hizo lo que hizo en aquel momento, fue porque creyó que era lo que más le convenía, a él y a su dinastía, no porque fuera lo mejor para nadie más.

No debe olvidarse que Juan Carlos I es amigo de Salmán bin Abdulaziz, rey de Arabia Saudita, una de las pocas monarquías absolutas que todavía existen, con todo lo que ello implica. Mantienen una estrecha relación; de hecho, este fue invitado a la boda real del por entonces príncipe heredero Felipe. Lo cual, para Juan Carlos I, no parece incompatible con los principios de democracia, justicia y libertad que aparenta defender.

Juan Carlos I y Salmán bin Abdulaziz, Yeda, mayo de 2014
Tampoco debe ponerse en duda que cualquier monarca volverá a la monarquía absoluta si la situación se lo permite, y que ninguna casa real reinante abandonará su trono a no ser que no le quede otra opción.